La mejor opción




Como reza el estribillo de la famosa canción de Lola Flores: Ay pena, penita, pena. Pena al ver cómo en los foros se justifica el maltrato animal, pena por cómo las protectoras lanzan sus campañas de concienciación con fotos de animales golpeados, heridos y lastimados por la mano del ser humano. Pena al comprobar que existen páginas creadas y visitadas por asesinos para difundir peleas de todo tipo o crueldades. Pena al saber que muchos animales son condenados por el capitalismo. 

Nadie puede justificar el maltrato, nadie. El maltrato, el sufrimiento y la sangre de un animal no es arte, no es cultura y mucho menos, merece un aplauso, una profesión y las cifras económicas que giran en torno a ello. Y aquí no me refiero solo a la tauromaquia, sino a las peleas entre o con éstos, la caza, la pesca e incluso a la propia industria alimenticia. ¿Qué sentido tiene matar por matar? ¿De verdad se mata por diversión, por afición, por deleite? El verbo matar acompañado por disfrute, deporte, satisfacción, ¿no es contradictorio e incluso aberrante? ¿Quién podría encontrar placer o satisfacción en quitarle la vida a otro ser vivo? Personalmente, no mato ni a una mosca, no aplasto ni a una cucaracha. Para mí existe un sano y correcto equilibrio natural. En los países donde los animales son tratados de igual modo que las personas y paseas por sus calles percibiendo que gatos y perros cuentan con un cuenco de agua y comida en las puertas de los locales y que son tratados con mimo, no encuentras una cucaracha. Por qué mi mano va a interferir, por qué mi miedo a un insecto va a acabar con su vida. Considero que no soy quién para quitársela. 

En una ocasión me preguntaron por qué defendía tanto a los animales. Es simple, ellos no pueden actuar como lo hacemos nosotros, no eligen. ¿O acaso el Toro de la Vega lo hace? 

No creo necesario tener que concienciar a nadie a través de imágenes sangrientas. Las personas sensibles, entre las que me incluyo, sufrimos con ellas, nos dañan. Las personas que respetan a los animales y que están en contra de tales barbaries, también. Y los que no, disfrutan con ellas, pues son estas personas quienes buscan ese tipo de imágenes o quiénes las protagonizan. Entonces, ¿qué sentido tiene?

Dentro del maltrato incluyo la caza, la pesca y a la industria alimenticia. Durante mucho tiempo fui vegetariana estricta y con un padre que lo es, no es extraño. No pienso que haya que serlo, opino que hay que ser consciente. En nuestro país, por desgracia, no existe un grado de conciencia en este sentido. Si visitamos cualquier supermercado encontramos kilos y kilos de carne de vaca, cerdo, pollo, pato, pavo, conejo, cabra y cada vez más, caballo. Para tener a nuestra disposición tal cantidad de carne se hormona al animal sometiéndolo a un proceso, a una producción en cadena similar a la fabricación de muchos objetos y que dista del milagro de la vida. Toda esa carne ni se compra ni se consume y acaba en la basura de las grandes superficies. En España se tiran toneladas de carne diariamente y la que se consume proviene de un animal hormonado cuya vida y muerte ha estado abanderada por el sufrimiento. Creo que la mayoría ha visto cómo engordan a los patos hasta que les revienta el hígado para lograr grandes cantidades de foie. ¿No tenemos nada que aprender de otros países y culturas donde no se consume carne de ningún animal que haya sufrido? Si somos lo que comemos, ¿en qué nos hemos convertido? En algún momento, le perdimos el respeto al animal como ser vivo, lo llamamos supervivencia, necesidad e incluso arte. En lugar de convivir y cohabitar con la naturaleza, el hombre se ha creído el amo invencible y superior, el Dios de las bestias, el único ser racional sobre la faz de la tierra, el que lo controla todo, el que decide sobre el propio planeta. En algún momento, se le olvidó en su alarde racional que existe un perfecto equilibrio y que cada ser vivo contribuye a ello y que, de cada especie, aprendemos. 

Nuestra mano ha hecho que ya no existan muchas especies, de hecho, en la actualidad los animales se extinguen mil veces más rápido, el 28% de los mamíferos está bajo amenaza y en 20 años se han extinguido 27 especies y vamos subiendo. Nuestros mano ha hecho que las futuras generaciones no conozcan, más que por los libros, al Delfín de Río Chino cuya desaparición definitiva se debe a la pesca y a la construcción de la Represa de las tres gargantas que alteró su hábitat o al Tigre o Lobo de Tasmania, pues el último ejemplar fue vendido al Hobart Zoo de Tasmania, en el que falleció dos años y medio después. Cuando se le declaró especie protegida, ya estaba extinguido y era demasiado tarde, la caza había acabado con él ya que el propio gobierno de Australia lo consideró "una alimaña que era necesario exterminar" abriendo la veda. Le hemos dicho adiós al Tigre Persa, el Tigre de Bali, al Águila Haast, al Pájaro Carpintero Imperial, el León del Cabo, el Bucardo o Cabra Montés Ibérica, la Foca Monje del Caribe y un larguísimo etcétera al que seguimos sumando. El motivo es siempre el mismo: el hombre. Los leones están en el punto de mira, pues la población humana sigue en aumento y la urbanización ha reducido su hábitat natural en un 75% con todo lo que ello comporta, viviendo en pequeños grupos asilados. Los leones no pueden trasladarse como antes y por tanto, acceder a otras manadas, lo cual hace que el apareamiento en la misma familia de lugar a enfermedades que debilitan su sistema inmunológico. Si sumamos la caza, el furtivismo en busca de trofeos (la melena del león, su cabeza...), todo apunta a que el león sea la próxima especie extinta en la Tierra. 

Hobbes dijo: "El hombre es un lobo para el hombre". El ser humano ha sacado y continua sacando lo peor de sí, que a su vez, se vierte contra sí mismo, puesto que con ello acaba con su propio ecosistema. Aprendamos esta lección de una vez por todas y demos el merecido respeto a la naturaleza y a todo ser vivo que la habite, prediquemos con el ejemplo y demos un paso al frente en pro de un mundo en el que el amor impere. 

Hagamos uso de la racionalidad, de la libertad y la capacidad de elección con la que contamos para construir no para destruir. Saquemos los mejor. Seamos uno. Eso, también lo hemos demostrado.


A la vista está que es la mejor opción. 













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