Sacudiéndome la arena de los pies
No me van las relaciones convencionales, ni las que no pretenden serlo, pero en el fondo lo son, y no me refiero al poliamor. Sino a esas interacciones que incluyen cuenta de resultados y un balance de pérdidas y ganancias. Y como no, a los contratos ocultos y secretos que restan libertad y generan dependencias, obligaciones, deberías y tendrías que no te permiten Ser; ni a ti, ni al otro. No entiendo el término pareja, sino compañero y he sustituido amigo por hermano, pues si hay que conjugar un verbo que sea compartir. Todo lo demás, carece de libertad y silencio. Al final la vida se nos llena de ruido, propio y ajeno, el propio que atrae el ajeno y lo multiplica, pura ley de atracción. Y así, te pierdes. Huyo de lo que para muchos son logros y metas que alimentan ambiciones, que nos regalan más de eso que los demás quieren. No he vuelto a cruzar la delgada línea que una vez traspasas, es como ese punto de no retorno, en el que crees que controlas, pero tu ego no controla una mi