"Marte busca a Venus desesperadamente" para Diario de Avisos
La mujer-mujer es capaz de cuanto quiera
incluso de convertirse en una mujer-hombre.
Marte busca a Venus
desesperadamente
Si nos centramos
en el arquetipo puro femenino y masculino, mitológicamente establecido por
Venus y Marte, el comportamiento de hombres y mujeres ha dado paso a lo que
acuño como la mujer-hombre y el hombre-mujer.
Venus (Afrodita)
y Marte (Ares), representan la pasión humana bajo dos conceptos aparentemente
opuestos: el amor y la guerra. A Marte se le atribuyen cualidades arquetípicas
relacionadas con la penetración, la competición, la acción, el impulso y la
agresividad. Venus, sin embargo, simboliza la seducción, el placer, el afecto,
la belleza y el arte. La acción de Marte es repentina pudiendo usarse con valor
y fuerza o destructiva y airadamente, mientras que la acción de Venus es suave
y armoniosa. El instinto, el poder y la lucha propios de Marte aparentemente colisionan con la ternura, el contacto
emocional y la estética venusina.
La lucha por la
igualdad de sexos, de alguna forma, nos hizo un flaco favor, pues la mujer
actual sigue luchando a niveles inconscientes con la figura masculina y, por
ende, compitiendo y comparándose con la femenina. En el mundo de hoy, la
ansiada liberación ha provocado una extraña fusión que queda muy lejos de la
alianza de ambas energías, la colaboración de estos opuestos complementarios o
la integración positiva de sus cualidades respetando las diferencias.
Las mujeres parecen
utilizar la energía marcial en su polaridad negativa para igualarse al hombre,
“se follan a quién les de la gana, cuando les de la gana, y si no es con uno es
con otro porque siempre habrá un suplente”. En su jerga incluyen los atributos sexuales
masculinos dejando de ser mujeres para convertirse en mujeres-hombres que “tienen cojones o un par de huevos bien puestos
para lo que sea”. Ante ello el hombre se repliega, su Marte se ve amedrentado
refugiándose en el armonioso Venus. Hombres sensibles, metrosexuales, que
cuidan su aspecto y muestran una imagen venusina en la que se someten a
tratamientos estéticos, se depilan y su vestidor podría competir con el de
cualquier mujer. Y si Marte es la penetración y las estadísticas muestran que
la impotencia masculina ha aumentado y un 20% (uno de cada cinco hombres)
padecen disfunción eréctil, ¿será porque Marte necesita y busca a Venus
desesperadamente?
Este tema da
para mucho, pero sintetizándolo de este modo, es evidente el impacto que causa
en las relaciones de pareja y el desconcierto que puede llegar a sentirse a niveles
profundos y psicológicos. Mientras las féminas ríen las gracias de sus corridas
de toros nocturnas cuando se reúnen rivalizando constantemente entre ellas, los
hombres buscan a esa mujer que insinúa, seduce y se diferencia de las demás con
su propio estilo. Esa mujer cuyos valores no están ocultos bajo un Marte
amenazador que pugna por ocupar un cargo importante en una empresa disfrazando
su cuerpo con un traje de chaqueta y silenciando sus emociones. Ambos, desubicados
con lo que buscan y encuentran, se adentran vertiginosamente en una guerra sin
precedentes por la igualdad, en la que las mujeres son hombres y los hombres
mujeres, olvidando que todos cuentan con una energía femenina y masculina que
han de expresar según sus propios deseos, pero nunca reprimir o desarrollar negativamente
en pro de una igualdad ficticia que invierta los papeles.
Personalmente echo
de menos a la mujer-mujer, aquella
que no examina de arriba abajo a otra percibiéndola como una amenaza en busca
del punto débil al que aferrarse para salir victoriosa. Echo en falta a la mujer-mujer, aquella que a través del
afecto y la empatía busca la colaboración para crear y construir, no para
destruir. Yo, como mujer, lamento la pérdida de esa mujer-mujer, reclamo que se alce frente a la mujer-hombre, que prospere en su carrera sin negar sus cualidades,
se libere sexualmente sin tener que “penetrar” a nadie y disfrute de la amistad
y de la vida sin dañar a su género. Supongo que como yo, muchos hombres
añorarán a esa mujer-mujer, vivirán
desconcertados, frustrados y perdidos en medio de esta tormenta. Supongo, que
como yo, muchas mujeres se han visto obligadas a adoptar actitudes marciales
que van en contra de su verdadera esencia, que han tenido que reprimir sus
instintos y emociones para integrarse en una sociedad que debilita a la mujer
si lo es y la premia si deja de serlo. No somos más fuertes, más profesionales,
mejores amantes o compañeras si no somos coherentes con nuestra naturaleza y
deseos más profundos. La mujer-mujer
es capaz de cuanto quiera incluso de convertirse en una mujer-hombre. Usemos a Marte y a Venus en su polaridad positiva, deshagamos
este entuerto y seamos felices.
Dácil Rodríguez
Escritora natural de Santa Cruz de Tenerife
y autora de la novela ¿Dónde está el hombre de mi vida?
dacilrguez.blogspot.com.es
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