Déjame que te cuente...





Déjame que te cuente que me encantan los animales, no sólo los míos. Que desde hace tiempo prefiero un buen vino, aunque seas sumiller. Que si hoy no me gusta el golf, tampoco me va a gustar mañana simplemente porque tengas el mejor swing, y todo esto es un decir. Pues los esfuerzos que se hacen por aparentar pasan factura cuando cae el telón y eso no es intentar ser más y mejor, que es a lo que aspiro, sino lo que otro quiere que sea y no soy fan de absolutamente nada, porque me he reeducado a mí misma y aprendido a ser tal cual soy.

Déjame que te cuente que acostumbro a hacer lo que me da la gana, así que no me obligo a estar metida en la cama por mucho que lo imponga un reloj.

Déjame que te cuente que no hay mejor refugio en el mundo que el santuario que es mi casa, en la que me acurruco y atrinchero, pues no hay ningún miedo tan valiente como para acceder hasta ahí.

Déjame que te cuente que no pretendo herirte o lastimarte, que jamás, conscientemente, te haré daño y que si me cortan, sangro, como cualquier mortal.

Déjame que te cuente que solo entiendo las conversaciones de igual a igual, así que si pretendes posicionarte encima o debajo es el momento exacto de salir por donde pone entrar. Que nunca te reprocharé ni cobraré la ayuda que no pido, que agradeceré que estés atento a las bengalas, pero que me iré sin pagar si el único S.O.S. que atiendes es el tuyo y eres incapaz de ver más allá.

Déjame que te cuente que soy sencilla, y simple. Que necesito espacio, tiempo, libertad...


Déjame que te cuente que mientras otros se preocuparon del final, contigo hablaré del principio, que si me eliges y te elijo, no me retractaré ni daré marcha atrás, sé el valor del compromiso y de la honestidad.

Hay un montón de gente durmiendo en camas que no son la suya, así que te he dejado el camino bien indicado. Sé lo poco que te gusta dar vueltas o pasarte la salida, como a mí, por lo que encontrarás una señal en cada cruce y, desde luego, en cada esquina. Será fácil, lo haremos fácil, no vaya a ser que un día, descubramos que nunca has estado aquí. He dejado las llaves en el buzón, por si no estoy cuando llegues. No tienes siquiera que avisar. Ya es tu casa.

Yo te espero aquí, entre libros, óleos, música y reflexiones. Entre reuniones improvisadas y planes relámpago. Entre viajes, manías, que también las tengo, y desde luego ese horrible vicio -a ver si me lo quito- de fumar.

Te espero aquí, en mi vida, para cambiar el yo por nosotros sin perder la identidad.

El momento culminante de toda creación a menudo es siempre el comienzo. Qué hay más bello e inolvidable que un libro que empieza bien. Ni siquiera hay que seguir leyendo. En un buen comienzo está todo, aunque no se vea a simple vista, y esto podría repetirlo hasta la saciedad; eternamente. El mundo es de aquellos que tienen los miedos justos para ser valientes; para comenzar.

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