CICATRICES
Una cicatriz siempre se enfoca desde un punto de vista negativo. Representa dolor, sufrimiento..., nos recuerda la herida y esa huella que dejó en nosotros.
Vemos las cicatrices ajenas como las propias, desde una visión amarga que nos sigue provocando rechazo y, por ello, preferimos ocultarlas (en nosotros) o no verlas (en los demás).
En nuestra infancia fueron orgullosas heridas de guerra que mostrábamos a los demás sin pudor, admirábamos en los otros y representaban la valentía, la fuerza y el coraje de un guerrero, un héroe. Hoy, la sociedad las bloquea y condena a través de la estética incluso de la psicología.
Pero ¿qué es una cicatriz? Es la señal que queda tras una herida CURADA, el sentimiento que nos recuerda "aquel dolor sufrido y padecido" y que llevó aparejada una lección APRENDIDA.
Cada herida, es un aprendizaje. Cada cicatriz, una lección aprendida.
Si logramos ver la oportunidad de evolución y crecimientos en cada herida, en cada golpe con que nos azota la vida, la herida dará paso a la cicatriz. Y esa cicatriz, a base de ser aceptada e integrada en nuestro ser, se difuminará con el paso del tiempo y puede, según nuestra capacidad de fluir, (la elasticidad de nuestra piel) de perdonar y perdonarnos, que desaparezca por completo.
Todo depende de cómo queramos verlo.
En la mayoría de las ocasiones somos nosotros mismos quienes nos herimos, de hecho, solemos tratar mal a quien mejor nos trata o hacer "pagar platos rotos" a quien menos lo merece. Así funcionamos y actuamos cuando buscamos víctimas y verdugos, culpables. Sin embargo, cuando adquirimos consciencia, empezamos a responsabilizarnos, a asumir y aceptar, porque cuando logramos entender, sanamos.
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