Sacudiéndome la arena de los pies


 


 

No me van las relaciones convencionales, ni las que no pretenden serlo, pero en el fondo lo son, y no me refiero al poliamor. Sino a esas interacciones que incluyen cuenta de resultados y un balance de pérdidas y ganancias. Y como no, a los contratos ocultos y secretos que restan libertad y generan dependencias, obligaciones, deberías y tendrías que no te permiten Ser; ni a ti, ni al otro. 

No entiendo el término pareja, sino compañero y he sustituido amigo por hermano, pues si hay que conjugar un verbo que sea compartir. Todo lo demás, carece de libertad y silencio. Al final la vida se nos llena de ruido, propio y ajeno, el propio que atrae el ajeno y lo multiplica, pura ley de atracción. Y así, te pierdes.

Huyo de lo que para muchos son logros y metas que alimentan ambiciones, que nos regalan más de eso que los demás quieren. No he vuelto a cruzar la delgada línea que una vez traspasas, es como ese punto de no retorno, en el que crees que controlas, pero tu ego no controla una mierda, y te prostituyes a muchos niveles. Algo en mi interior me lo impide, y por favor, que así siga siendo, al menos en esta vida y en las siguientes. 

Creo que todo es absolutamente perfecto. Perfecto: que es muy adecuado para un determinado fin. (Nada de bueno o malo). Y no lo digo yo, lo define así el diccionario.

No soy de aquí, ni de allí, del mar o la tierra, soy del universo, del Cosmos, de lo infinito y eterno. Así que no me identifico con lo mutable de la existencia. Eso a parte de rara, me hace bastante loca a los ojos de una humanidad que está tan dolorida que a los que quieren sanar se les llama raros, y a los sanos, se les tilda de locos y eso tampoco es de mi cosecha, sino legado de Krishnamurti.

Lloro por aquello que a nadie le importa y me río de las cosas supuestamente importantes, pues para mí no lo son.

Mi gusto por la letras, los libros y las libretas es casi enfermizo y algo más allá de mí me pide que suelte las cosas con las que todavía me siento identificada, que renuncie a esos límites para poder conectar con lo profundo e interno, y lo hace cada vez más.

Hace mucho que renuncié al mundo para no perderme y aún ando sacudiéndome la arena de los pies. 

 


Queda camino...

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