Amanece
Amanece septiembre y trae una brisa fresca, el mar agitado y otro Sol que calienta diferente. Tal vez sea yo, o no...
Durante los últimos cinco años de bagaje en solitario, con la compañía de los felinos que se fueron sumando en el trayecto y los que se fueron yendo, mi Alma empezó a barruntar los cambios...
Nada de esta Tierra permanece... todo muda, transmuta... Y ya andaba demasiado cómoda en el silencio y la soledad...
Hace cinco años sentí que la vida iba a prepararme para afrontar la muerte, las despedidas y los procesos de duelo que en ese entonces enfocaba diferente, y así fue. Partió Fry, mi compañero desde hacía doce años, y fue terrible para mí, también para Bender, pues estuvieron juntos siempre, pero él fue tan considerado que esperó la llegada de Gaia para despedirse en mis brazos. Y desde entonces todo fue una locura... Llegaron Alcyón y Evana, que me regaló a Venus y Nara. Partió Bender de forma repentina, pero intuida. Apareció Sikiuk. Se apagó la vida de mi padre. Acogí a Estrella, falleció Alcyón y después mi hermana... y, en marzo, mi Estrella corrió hacia la Luz.
Nadie que no haya amado a un animal puede llegar a comprender el pilar que suponen, lo que hacen por cada uno de nosotros, el amor incondicional que te dan y lo transforma todo abriendo tu corazón de par en par... No hay nada que no hicieras por ellos. Por ellos he hecho lo que jamás imaginé, incluso interpuesto denuncias en un juzgado...
Amo a los animales, no sólo a los míos, ellos me han abierto al Amor dándole la dimensión infinita que ostenta, que no empieza ni acaba en ninguna forma, que se extiende a la creación en todo su esplendor y que no muere con lo material...
No sé qué habría sido de mí sin la oportunidad que me han regalado todos ellos. Porque yo era, era... Veía distinto, sentía distinto, pensaba distinto...
Con mi padre hablé mucho de la muerte antes de irse, también con mi hermana... Con ellos recapitulé nuestra vida juntos e hicimos una síntesis que regaló Paz a nuestras Almas y nos liberó del vínculo. Si mis ángeles de cuatro patas no me hubieran enseñado esa dimensión del Amor, no sé cómo habría sido...
Algunas partidas fueron como jarros de agua fría y golpes secos en la cara que me tiraron al suelo. Ausencias y espacios que los que quedaron se afanaron en llenar, porque así de mágicos son nuestros compañeros.
Cuando llegué a casa, tras el funeral de mi padre, todos se acurrucaron junto a mí y velaron mi fiebre de cuarenta durante dos días enteros. Y al tercer día resucité, porque ellos estuvieron. Tras el de mi hermana, Sikiuk se acostó sobre mi pecho, me acarició la mejilla con su pata y posó su cabeza en mi cuello dándome calor.
Amanece septiembre con la divinidad asomando en el cielo, Gaia a mi vera, Sikiuk a mis pies y Venus, Nara y Evana corriendo por las escaleras para darme los buenos días también.
El refugio que ellos son es más seguro que cualquier búnker y al mismo tiempo, tan sublime como esos destellos de Sol.
Cada uno de ellos me eligió a mí, andaron conmigo en la calle hasta alcanzar la puerta, me siguieron o me encontraron, incluso diría que nos reencontramos. Ellos, lo primero que veo al abrir mis ojos y cuando los cierro, ellos y el cielo.
Amanece septiembre y no sé si es cosa de septiembre, de los eclipses, del tiempo... Pero se cierra un ciclo y otro, da comienzo.
🙏🏻🙏🏻
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