Bienvenido Octubre
Octubre llega por sorpresa, cae inesperado y me pilla con citas mal anotadas en la agenda. Todo un caos post eclipses que deseo termine nada más comenzar.
Pero trae el viento bajo otra luz. Gaviotas en medio de la playa, socorristas ociosos y el mar en calma. Guarda en los bolsillos el silencio que pesa más en quien calla que la incertidumbre de quien no sabe. Y una mirada insistente, por un agujerito, de alguien que no está.
Destila las horas escribiendo inspirado a punto de terminar desde hace años lo que ya es casi obligación.
Promete una luna llena para recordar y una nueva para olvidar, junto con 31 días que, a estas alturas, me resultan demasiados.
De algunos meses no se sale igual, a veces ni se sale. Se quedan contigo como los veranos de tu infancia, como la tortilla de tu madre o los sábados que juntabais las camas para dormir todos juntos; como la primera vez que viste el mar... Se sigue viviendo, se abren otros meses que emocionan, se ve muchas veces el mar, se es feliz, incluso muy feliz, pero no hay meses como aquellos, ni ninguna tortilla igual a la de tu madre...
El verbo creer es un verbo especial, el más ancho y el más estrecho de todos los verbos.
Sé que todo lo que he vivido me ha llevado a este punto y estoy agradecida, es una bendición. Pero si con mis ojos de hoy volviera al ayer, no habría nada que hiciera del mismo modo, sería imposible. A eso se le llama evolución y es maravilloso que así sea, pero octubre y yo sabemos, casi en secreto de confesión, que "creer" ya no es una opción, y aunque me da vértigo escribir que "hay un final dichoso", lo sé...
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