Las dos caras de la misma moneda






Todo depende de los ojos que miren, si observamos con objetividad, con la suficiente distancia como para ver "la otra cara de la luna", o si nos cegamos en un único punto de vista. 

No creo que las cosas sean blancas o negras. No creo en los extremos, creo en el equilibrio. Y que todo no es como pienso. Me gusta ponerme en la piel ajena y que la vida me sitúe "al otro lado" para entender qué se siente. Notar como los pensamientos o creencias que tenía se derrumban uno tras otro, la forma en que brilla el orden dentro del caos y el aprendizaje que brota de las experiencias.

Una de las personas a las que más quiero lleva tatuada en la espalda "no poseo la verdad, la persigo". Mi respuesta el día que me enseñó ese tatuaje fue: "Claro que la posees, está dentro de ti". Sigo pensando que todo ser humano posee esa verdad en su interior, pero no es consciente de ello. Y hacen falta vivencias, procesos, momentos y experiencias que nos ayuden a revelar esa verdad. No obstante, toda verdad, tiene dos caras, una especie de luz y de sombra, al igual que nuestros propios pensamientos. 

Si decido ver un acontecimiento bajo un punto de vista negativo, uniré cuanto case con ese pensamiento para crear una historia. Si decido contemplarlo bajo una óptica optimista, haré lo mismo. Y evidentemente, el resultado de ambos, no va a ser igual. 

A día de hoy creo que todo, absolutamente todo, es un 50-50. Una maravillosa mezcla de las dos caras de la misma moneda. Un perfecto equilibrio entre dos partes. La línea en la que convergen dos extremos antagónicos que parece que jamás podrían llegar a tocarse y que, sin embargo, confluyen en un punto en el que uno engloba al otro y viceversa. 

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