Para que el corazón hable, hay que convivir con el ruido y, después, pararse a escuchar.







Porque hay momentos y momentos. 
Porque hay heridas que sin vivir otras experiencias, no curan.
Porque hay verdades ocultas y mentiras evidentes que son falsas quimeras.

Porque es necesario probar para saber qué es lo que se quiere. 
Porque lo entiendo, porque te entiendo. 

Porque el amor es libre, no prisionero. 
Porque es necesario que vueles para alar tus sentimientos.

Para hallarse a uno mismo. 
Para descubrir los miedos. 

Para saber si te engañas y si yo me miento.

Porque al orden le sigue el caos, y viceversa.

Porque lo comprendo, porque te comprendo.
Porque hay que hacer para deshacer lo hecho.

Para que sientas una nueva vida.
Para que te ilusiones, te confundas, 
te equivoques, aciertes; ganes o pierdas.  

Porque hay que perderse para poderse encontrar.

Porque hay que tener falsos amigos para valorar una buena amistad. 
Y deshacer camas, fantasear, idealizar...


Para aprender a colocar el corazón en la cabeza.
Para pensar con amor y amar con sabiduría. 
Para saber que el amor de verdad, sólo pasa una vez en la vida.
Para todo eso, existe la libertad, ausente de tiranías.








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