En algún momento.






En algún momento le dije "adiós" a todos los que emitían juicios de valor y opinaban sobre el cómo y el porqué incluso del quién y el cuándo. Me despedí en silencio de muchas personas cuya carta de presentación era la crítica destructiva, personas que se ocultaban tras el agasajado "es lo mejor para ti" y que se abanderaban a sí mismas como el mejor de los amigos. Nunca corregí a nadie, no soy quién para ello. Nunca contradije a ninguna de esas personas. Al contrario, les concedí toda la razón en "sus ataques de sinceridad", les di las gracias y me fui. Sin dramas, despedidas amargas o sonoros portazos. Simplemente me fui. Me alejé de sus vidas y las mantuve bien lejos de la mía mientras observaba como la vanidad de sus palabras las consumía y fingían jactarse de decisiones tomadas que les tomaron a ellos. Preferí hacerlo así. 

En algún momento le dije "hola" a aquellas personas con las que podía ser yo misma, personas que valoraban la calidad y no la cantidad. Personas con el punto exacto de cordura para no imponer su criterio. Personas tan independientes que no exigen. Tan libres que saben volar. 

Les dije "hola" a quienes se descubrieron tan humildes como para no hablar gratuitamente, para no establecer lo que mejor me convenía, para no presumir que conocían algo que sólo me concierne a mí, para amansar a su propio ego y, sobre todo, para no aumentar el mío. 

Le dije "hola" a los que no me adularon con objeto de manipularme, a quienes no trataron de hacer valer su opinión frente a otros por encima de mí misma, a quienes no tuvieron que echar mano del sufrido papel de víctima para hacerse con el Óscar y a quienes jamás necesitaron convertirse en protagonistas. 

En algún momento dije "adiós" a los falsos "te quiero" y "hola" a los verdaderos, que no se desgastan con besos y se muestran bajo la realidad.

En algún momento aprendí la diferencia que estriba en ese "hola y adiós". Entendí cuanto se esconde tras una foto exhibida, unas palabras sentidas, un mensaje de despedida o una verdad a medias. 
Entendí, y entender, quizás, sea el regalo más valioso que nos da la vida. 

En algún momento me paré en seco, enjugué las lágrimas de mi ego y seguí... 

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